La transformación.

"Las corridas de toros no son un espectáculo cruel y bárbaro, sino una inacabable fuente de emociones y alegrías para todos aquellos que la comprenden. El primer sentimiento que un taurino tiene en la plaza no es un perverso placer, todo lo contrario, es una doble admiración, primero hacia el valor del torero y también hacia la bravura del toro, y eso en definitiva es lo que se llama sensibilidad."

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